La Bomba de San José
Hubo una vez una ciudad ingeniosa y a la vez ingenua. Una
ciudad donde los poetas trabajaban en las flamantes agencias de publicidad y
donde se hacía teatro y cine experimental y los pintores ya no querían pintar
murales y las mujeres ya no querían ser obedientes, sino, entre otras cosas,
disfrutar de la libertad del mambo y la danza moderna y oír jazz por las
noches. Era una ciudad a la que también le gustaba ir a los cabarets del Centro
y que se inventó una Zona Rosa para poner los nuevos cafés. Son los años
sesenta en la Ciudad de México, la época de la Ruptura, de las reseñas de cine
y de la Casa del Lago, y los ímpetus creativos son tales que incluso un
pariente del Señor Presidente aspira a crear una obra maestra del Séptimo Arte,
aunque no sin la ayuda de El Yaqui, venerado director de perlas del cine
nacionalista nacional. En su entusiasmo por desplegar su moderna sensibilidad y
tal vez deslumbrar a Cannes, el pariente no para mientes en los métodos, por lo
que –remontado en el Ajusco- reúne, amenaza y hasta secuestra a sus
colaboradores. Con toda razón, considera que ser quien es no debe obstar para
dejar huella en el palmarés del cine universal. Ni que decir tiene que el
lector se ve obligado a tomar aire con cierta frecuencia, entre una y otra tanda
de carcajadas, y que la esposa buena y fiel es debidamente recompensada por sus
nuevas y muy modernas amistades, mientras que el esposo secuestrado y la
estrellita que lo vuelve loco reciben su justo castigo. La bomba de San José de
Ana García Bergua es una novela con gran sentido del humor, evocadora de una
época en que los refugiados españoles todavía creían que iba a caer Franco y la
gente también iba a alfabetizar guajiros en Cuba y aprendía a hacer yoga y a
andar en minifalda.
Fuente: http://www.literatura.unam.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=415:la-bomba-de-san-jose&catid=82:2012.
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