De padre judío y checo (el apellido Jelinek, significa 'cervatillo' en checo) y madre vienesa de clase acomodada, perteneció al Partido Comunista Austríaco de 1974 a 1991, y gran parte de su trabajo se puede inscribir en la sofisticada tradición lingüista de la crítica social. Desde muy temprana edad aprendió música y estudió composición en el Conservatorio de Música de Viena. Tras diplomarse en 1964, realizó cursos de teatro e historia del arte, mientras continuaba con sus estudios musicales. Aclamada y controvertida, las obras de Jelinek se mueven entre la prosa y la poesía, e incluyen descripciones que van desde escenas teatrales a secuencias fílmicas. Décima mujer galardonada con el premio Nobel, y segunda de nacionalidad austriaca, en 2004 obtuvo el de Literatura por «el flujo musical de voces y contravoces en sus novelas y obras de teatro».
Se hizo popular por su novela Las amantes (1975), que conquistó al público de lengua alemana. Otras obras suyas sobresalientes son las novelas Somos reclamos, baby (1970), Los excluidos (1980), La pianista (1983), que plasmó en el cine el director Michael Haneke en 2001, Deseo (1989) y Una novela de entretenimiento (2000); el libro de poemas Las sombras de Lisa (1967), las obras teatrales Lo que ocurrió después de que Nora abandonara a su marido o pilares de las sociedades (1979), Nubes. Hogar (1988), Una pieza deportiva (1998), La Central (2003) y el ensayo Los hijos de los muertos (1995). Como sus compatriotas Elías Canetti y Thomas Bernhard ha repudiado a su país, al que reprocha seguir anclado en su pasado nazi. Considerada como una de las autoras contemporáneas de habla alemana más importantes, crea en sus novelas la imposibilidad de las mujeres de lograr una vida completa en un mundo donde son pintadas con imágenes estereotipadas. Ha traducido al alemán a autores estadounidenses, Thomas Pynchon entre ellos, y actualmente reside entre Viena y Múnich.
Odio y admiración se reparten a partes iguales entres sus críticos y lectores. Sus obras han sido desde un comienzo un auténtico mazazo para la sociedad austriaca que, según Jelinek está dominada por la hipocresía de la clase pequeño burguesa y no ha conseguido superar todavía su pasado nazi. Sus novelas y obras teatrales, consideradas una auténtica provocación por la derecha de su país, han sido calificadas como anti-arte o como pornografía roja. Basta recordar que durante la campaña electoral de 1995 el ultraderechista Jörg Haider hacía a su posible electorado la siguiente pregunta: “¿A usted le gusta Jelinek, o el arte y la cultura?”.
La crítica la ha calificado de feminista radical y ella se declara a gusto con esta etiqueta afirmando que tan sólo reivindica la potestad de poner de relieve los mecanismos de dominación masculina a los que todavía, ella insiste, está sometida la mujer. El tres de mayo de 2004 en la Academia Lessing, Jelinek decía: “Nadie logrará hacerme renunciar a mis bromas estúpidas, a mi tono desengañado, ni siquiera por la fuerza; bueno, quizá por la fuerza. Cuando yo quiero decir algo, lo digo como quiero. Al menos quiero darme ese gusto, aunque no consiga nada más, aunque no logre ningún eco”. El eco lo ha logrado, prueba de ello es el Nobel que recibió en 2004 y que no recogió aludiendo “fobia social“. Pero no hay que equivocarse, Elfriede Jelinek no es una escritora panfletaria, no la veremos detrás de una pancarta ni vociferando en manifestaciones. Su instrumento de reivindicación es la escritura. Una escritura en la que su feminismo no aparece puesto en bandeja a los lectores bajo una óptica amable. Da la vuelta los tópicos feministas más sobados y lo hace, eso sí, sin perder de vista la diferencia y desigualdad.
A dos días de serle concedido el Premio Nobel de Literatura de ese año, la Academia Sueca se vio envuelta en una polémica a raíz de la abrupta renuncia de uno de sus miembros, el prestigioso literato sueco Knut Ahnlund, en protesta por la distinción:
”El premio Nobel del año pasado no sólo ha causado un daño irreparable a todas las fuerzas progresistas, sino que ha confundido la visión general de la literatura como arte", afirmó en aquel momento, y describió la obra como “una masa de texto sin el menor rastro de estructura artística" y se preguntó si los académicos habían leído alguno de sus 23 libros.
La escritora ha reconocido en no pocas ocasiones el maestrazgo del escritor que mejor captó el horror y el poder aniquilador de la sociedad vienesa de casi todo un siglo, el veinte. Cronista de un sarcasmo profundo y con una visión nada optimista de la vida, Thomas Bernhard supo poner por escrito las estupideces de su ciudad adoptiva, Viena, en el difícil y contradictorio binomio de lo que para él representaba: origen pero también su enfermedad. La escritura repetitiva y rítmica del escritor, expresión de la muerte, ejerce una influencia decisiva en la de Jelinek. Un conocimiento amplio del lenguaje y de sus posibilidades hacen retorcer a la escritora el lenguaje que se transforma en una metáfora continua al servicio de la crítica y la doblez moral de sus protagonistas. Esa densidad metafórica, a veces poco inteligible, se traduce en dobles sentidos que aúnan en la riqueza lingüística de sus obras.
Como en Elias Canetti su postura está al lado de los oprimidos (esos pobres que aparecen obsesivamente por sus novelas). Entre ellos está la Mujer. Jelinek intenta hacer frente al caos de una sociedad patriarcal dominada por el sexo, que como elemento vertebrador, parece ser tan sólo productor de podredumbre. Y para ponerla de relieve nada mejor que llevar la situación hasta extremos casi insoportables donde los personajes parecen perder su naturaleza de humanos para ser bestias. Quizás, piense Jelinek, tan sólo haciendo rebotar hacia lo más profundo del suelo a sus criaturas, se podrá conseguir el impulso que propicie el cambio.
Este blog surge de un grupo de mujeres lectoras, que reuniéndonos en el círculo de lectura que hemos llamado "Las mujeres por nosotras mismas", decidimos compartir reflexiones, textos, experiencias e iniciativas en torno a las mujeres que leemos textos de mujeres escritoras.
domingo, 27 de julio de 2014
jueves, 24 de julio de 2014
Ana Lydia Vega
El cielo está encancaranublado.
¿Quién lo encancaranublaría?
El que lo encancaranubló
buen encancaranublador sería.
La espontánea frescura de su estilo radica en la presencia, dentro de sus relatos, de numerosas locuciones coloquiales, expresiones vulgares y voces de la jerga lumpen, así como de otros elementos léxicos y temáticos que introducen grandes dosis de humor, ironía y sarcasmo. Su obra no está lejos, por ende, de la llamada literatura popular, pero sin que ello implique la caída en fáciles concesiones a la cultura ágrafa; muy al contrario, Ana Lydia Vega incluye en sus relatos constantes referencias a postulados feministas y reivindicaciones sociales de alto calado intelectual, casi siempre disfrazados detrás de ese estilo paródico y soez al que recurre para reflejar la realidad desde una perspectiva crítica.
Perteneciente a la denominada "Generación del sesenta", está considerada como una de las mejores autoras antillanas de narraciones breves, junto con sus compatriotas y coetáneas Rosario Ferré y Carmen Lugo Filippi.
La escritora puertorriqueña, Ana Lydia Vega, vio la luz por
vez primera en Santurce, el 6 de diciembre de 1946. Una innata vocación literaria que la impulsó a escribir relatos desde su temprana juventud, cuando contaba alrededor de veinte años se dio a conocer como cuentista, y muy pronto pasó a ocupar un lugar relevante dentro de la narrativa puertorriqueña escrita por mujeres, en la que destacó sobre todo por su estilo valiente y agresivo, cargada de expresiones lingüísticas que no rehúyen el escándalo ni la irreverencia.
En la Universidad de Puerto Rico elige su
futura profesión, la de profesora de lenguas extranjeras. La
vocación de maestra la hereda de su madre, quien enseñó durante toda su vida en
escuela pública. Con
conocimientos previos de francés, idioma que aprendió desde niña cuando
compartía sus años de infancia con su vecina y amiga más querida que era
francesa, se marcha a Francia para cursar estudios de maestría y doctorado al
obtener una beca para estos fines. Termina su maestría en literatura francesa
en la Universidad de Provence en Francia en el 1971 y posteriormente completa
el doctorado en literatura comparada en la misma universidad en el 1978. Durante su estadía en Francia conoce al que es hoy su
compañero Robert y de esa unión nace su hija Lolita. Robert es profesor y
poeta. Su hija Lolita es bailarina de ballet y estudia lenguas extranjeras.
A su regreso a Puerto Rico trabaja como profesora en la
Universidad de Puerto Rico, donde conoció a Carmen Lugo Filippi y Ruth
Hernández Torres. Con ellas y con Robert publicó un manual para la enseñanza
del francés titulado Le francais vécu (El francés vivido). Luego en 1981 escribe en colaboración con su compañera
de aventuras literarias, Carmen Lugo Filippi, el libro de cuentos Vírgenes y
mártires, donde se explora el espacio feminista en el texto colonial y
machista puertorriqueño. Fue tanta la aceptación de este libro que la motivó a
escribir un segundo y tercer libro. El segundo titulado Encancaranublado y otros cuentos de naufragio, publicado en el 1982,
fue premiado en el certamen de 1982 de Casa de las Américas, en Cuba. En esta
obra la alegoría, la escritura ensayística, el discurso espiritista, el
monólogo, la leyenda y las batallas carnavalescas invaden el espacio restricto
de los cuentos que nos lleva a una reflexión sobre los conflictos del mundo
caribeño y su soñada unidad. Su tercer libro: Pasión de historias y otras
historias de pasión, publicado en el 1987, recibe el premio Juan Rulfo
Internacional de París en el 1984, y en el 1988 escribe los ensayos que fueron
publicados en la columna “Relevo” del periódico Claridad, que aparecen en la
colección de ensayos de siete escritores del país: El tramo ancla.
Fuentes:
https://teecuento.wordpress.com/2009/09/20/ana-lydia-vega/#more-477
lunes, 21 de julio de 2014
Vitale, Ida
BIOGRAFÍA
Ida Vitale nació en Montevideo el 2 de noviembre de 1923. Estudió Humanidades y tuvo como maestro a José Bergamín. Juan Ramón Jiménez la incluyó en una presentación de jóvenes poetas en Buenos Aires. Ejerció como profesora de literatura hasta 1973. Fue colaboradora del semanario Marcha; entre 1962 y 1964 dirigió la página literaria del diario Época. Fue codirectora de la revista Clinamen, integró la dirección de la revista Maldoror. Tuvo que exiliarse en 1974 a causa de la sangrienta dictadura en Uruguay, allí entró en contacto con Octavio Paz y fue parte del comité asesor de la revista Vuelta, además de participar en la fundación del semanario Uno más Uno. Considerada integrante de la Generación del 45 con otros escritores como Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti, Carlos Maggi o Idea Vilariño. Desde 1989 vive en Austin, Texas junto con su marido, el también poeta Enrique Fierro. Recientemente ha sido nombrada Doctora Honoris Causa por la Universidad del Uruguay.
BIBLIOGRAFÍA
Poesía
La luz de esta memoria (1949)
Palabra dada (1953)
Cada uno en su noche (1960)
Oidor andante (1972)
Fieles (antología) (1977)
Jardín de sílice (1978)
Elegías en otoño (1982)
Fieles (1982)
Entresaca (1984)
Sueños de la constancia (1988)
Procura lo imposible (1988)
Serie del sinsonte (1992)
Paz por dos (1994)
Donde vuela el camaleón (1996)
Reducción del infinito (2002)
Plantas y animales (2003)
Crítica y Ensayo
Juana de Ibarbourou (1968)
José Santos González Vera o El humor serenísimo (1974)
Enrique Casaravilla Lemos, México (1984)
PREMIOS
IX Premio Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo 2009
ENLACES
http://www.poesia-irc.com/phpnuke/modules.php?name=Video_Stream
http://www.youtube.com/watch?v=ZAIQJrSTxDs
http://www.letraslibres.com/index.php?sec=22&autor=Ida%20Vitale
http://letras-uruguay.espaciolatino.com/vitale/irremplazable.htm
http://www.letralia.com/134/entrevistas01.htm
http://www.fractal.com.mx/F12vital.html
http://www.casamerica.es/casa-de-america-virtual/literatura/multimedia/ida-vitale-en-casa-de-america
http://www.universidad.edu.uy/prensa/renderItem/itemId/25884/refererPageId/12
http://www.poeticas.com.ar/Directorio/Poetas_miembros/Ida_Vitale.html
domingo, 20 de julio de 2014
FLORA TRISTÁN
"Una tarde de septiembre de 1838, tras permanecer días y días al acecho, un hombrecillo llamado André Chazal disparó en París contra su esposa. La mujer se desplomó en la acera gravemente herida: Flora Tristán era por fin libre".
Flora Tristán nació en París el 7 de abril en 1803, en plena época napoleónica. Fue hija del coronel Marino Tristán y Moscoso, coronel peruano de la armada española y de la francesa Anne Laisney.
Durante los primeros años de su vida, Flora no se vio privada de nada y crecíó en un hogar siempre concurrido por visitas del nivel de Simón Bolívar y su maestro Sim6n Rodríguez.
La muerte de su padre cuando Flora sólo tenía 4 años sume a la familia en la pobreza. El estado francés revolucionario no reconoce a la viuda ni a los hijos negándoles cualquier bien o derecho.
Por este motivo, Flora comienza a trabajar como obrera en un taller de lítografia. Con apenas 17 años, se casa con el propietario de ésta, André Chazal, y tiene tres hijos, uno de ellos, Aline, será la futura madre del pintor Paul Gaugin.
Decepcionada del matrimonio comienza a trabajar como criada de una familia inglesa, por lo que debe viajar a Inglaterra. Se inicia entonces una lucha legal por la custodia de los hijos que duraría 12 años.
Sus amargas vivencias despiertan en ella un pensamiento y una actitud revolucionaria que la convierte en la precursora del movimiento feminista. Viaja por varios países donde realiza trabajos de toda clase, es en este momento cuando toma conciencia de su condición de "paria".
En 1833 decide viajar a Perú para reclamar la herencia que le corresponde de su padre, pero solamente consigue una pensión mensual. La etapa que pasa en Perú donde asiste a la guerra civil y ve la gran diferencia entre las distintas clases sociales será significante para el futuro de Flora: se convierte en defensora declarada de los derechos y libertades de la clase obrera y de la mujer.
Las persecuciones de su marido continúan, hasta el punto de recibir un disparo que la deja mal herida. Finalmente es condenado y ella consigue liberarse de él.
A raiz de un viaje a Londres, donde Flora consigue penetrar en la cámara de los lores disfrazada de hombre y donde entra en cometo con los obreros que malviven en una sociedad que les da la espalda, decide dedicar sus esfuerzos en un futuro sobretodo a la clase obrera: antes de empezar a gestarse las ideas de Marx y Engels, viaja por toda Francia dando apoyo a los trabajadores de su país.
En 1844 fallece víctima del tifus con solo 41 años, dejándons plasmadas sus ideas y sus vivencias en su prolífica obra, de la cual destacan Peregrinaciones de una paria, Paseos en Paris, Selección de Cartas, una recopilación de cartas del Libertador Simón Bolívar, Unión Obrera así como otros dos libros a favor del divorcio.
Bibliografía:
Flora Tristan: Feminismo y Socialismo. Antología
Edición de Ana de Miguel y Rosalía Romero
Colección: Clásicos del Pensamiento Crítico - Editorial La Catarata 2003
Introducción:
Flora Tristán, hacia la articulación de feminismo y socialismo en el siglo XIX.
Por Ana de Miguel y Rosalía Romero
Textos originales de Flora Tristán:
- A los obreros y las obreras - 1843
- Por qué menciono a las mujeres - 1843
- Los obreros de las fábricas - 1840
- Mujeres públicas - 1840
- Las mujeres inglesas - 1840
Flora Tristán nació en París el 7 de abril en 1803, en plena época napoleónica. Fue hija del coronel Marino Tristán y Moscoso, coronel peruano de la armada española y de la francesa Anne Laisney.
Durante los primeros años de su vida, Flora no se vio privada de nada y crecíó en un hogar siempre concurrido por visitas del nivel de Simón Bolívar y su maestro Sim6n Rodríguez.
La muerte de su padre cuando Flora sólo tenía 4 años sume a la familia en la pobreza. El estado francés revolucionario no reconoce a la viuda ni a los hijos negándoles cualquier bien o derecho.
Por este motivo, Flora comienza a trabajar como obrera en un taller de lítografia. Con apenas 17 años, se casa con el propietario de ésta, André Chazal, y tiene tres hijos, uno de ellos, Aline, será la futura madre del pintor Paul Gaugin.
Decepcionada del matrimonio comienza a trabajar como criada de una familia inglesa, por lo que debe viajar a Inglaterra. Se inicia entonces una lucha legal por la custodia de los hijos que duraría 12 años.
Sus amargas vivencias despiertan en ella un pensamiento y una actitud revolucionaria que la convierte en la precursora del movimiento feminista. Viaja por varios países donde realiza trabajos de toda clase, es en este momento cuando toma conciencia de su condición de "paria".
En 1833 decide viajar a Perú para reclamar la herencia que le corresponde de su padre, pero solamente consigue una pensión mensual. La etapa que pasa en Perú donde asiste a la guerra civil y ve la gran diferencia entre las distintas clases sociales será significante para el futuro de Flora: se convierte en defensora declarada de los derechos y libertades de la clase obrera y de la mujer.
Las persecuciones de su marido continúan, hasta el punto de recibir un disparo que la deja mal herida. Finalmente es condenado y ella consigue liberarse de él.
A raiz de un viaje a Londres, donde Flora consigue penetrar en la cámara de los lores disfrazada de hombre y donde entra en cometo con los obreros que malviven en una sociedad que les da la espalda, decide dedicar sus esfuerzos en un futuro sobretodo a la clase obrera: antes de empezar a gestarse las ideas de Marx y Engels, viaja por toda Francia dando apoyo a los trabajadores de su país.
En 1844 fallece víctima del tifus con solo 41 años, dejándons plasmadas sus ideas y sus vivencias en su prolífica obra, de la cual destacan Peregrinaciones de una paria, Paseos en Paris, Selección de Cartas, una recopilación de cartas del Libertador Simón Bolívar, Unión Obrera así como otros dos libros a favor del divorcio.
Bibliografía:
Flora Tristan: Feminismo y Socialismo. Antología
Edición de Ana de Miguel y Rosalía Romero
Colección: Clásicos del Pensamiento Crítico - Editorial La Catarata 2003
Introducción:
Flora Tristán, hacia la articulación de feminismo y socialismo en el siglo XIX.
Por Ana de Miguel y Rosalía Romero
Textos originales de Flora Tristán:
- A los obreros y las obreras - 1843
- Por qué menciono a las mujeres - 1843
- Los obreros de las fábricas - 1840
- Mujeres públicas - 1840
- Las mujeres inglesas - 1840
jueves, 10 de julio de 2014
JAQUELINE SUSANN
Jacqueline Susann nació en Filadelfia, Pensilvania, siendo sus padres Robert Susann, un pintor retratista, y Rose, una maestra de primaria.1 En la escuela Susann no destacó en sus estudios, aunque sí lo hizo por su inteligencia, lo que motivó que su madre predijera que algún día sería una buena escritora. Sin embargo, la primera aspiración de Susann era ser actriz.
La relación con su padre siempre fue mucho más cercana que con su madre, y esto lo plasmaria en la relación que sus protagonistas femeninas tenían con sus propios padres (especialmente en El Valle de las Muñecas con Anne Welles, y Una vez no Basta con January Wayne). Robert Susann consintió siempre a su hija y alimento en ella, el deseo por convertirse en una gran actriz, pero también era un aficionado por las mujeres, y a lo largo de su matrimonio, sería infiel a su esposa, en incontables ocasiones, situación que Jacqueline sabia e incluso, no desaprobaba.
Rose creía mantener intacta su dignidad de esposa, cerrando los ojos ante la situación y tratando de fomentar hábitos de responsabilidad y estudio, en su hija Jacqueline, situación que a Jacqueline no le gustaba cuando niña, y hacía que se llevara mejor con su padre, quién nunca le hablaba de responsabilidades.
Años después, tras la muerte de su padre, la relación de Jacqueline con su madre mejoraría mucho, al grado de que comprendió lo mucho que había sufrido su madre ante las infidelidades de su marido.
En la época en la que Susann entraba en la high school tenía escarceos con las drogas y se había ganado la reputación de ser una asidua a las fiestas. Tras graduarse en la West Philadelphia High School en 1936, y contra el deseo de sus padres, Susann se fue a Nueva York para intentar hacer una carrera como actriz.
Tras su llegada a Nueva York, Susann hizo pequeños papeles en películas, obras teatrales (entre ellas The Women), y comerciales. Un año más tarde consiguió un trabajo teatral de cierta importancia, interpretando a una modelo, y ganando 25 dólares semanales. Mientras estaba en Nueva York conoció a un agente, Irving Mansfield, con el cual mantuvo una relación, a pesar del hecho de no sentirse atraída sexualmente por él. A cambio, Mansfield apoyó a Susann publicando fotos suyas en las secciones de teatro y sociedad de la prensa neoyorquina. La treta funcionó, y la pareja se casó el 2 de abril de 1939 en Filadelfia.
Tras la boda, Mansfield siguió dirigiendo la carrera de Susann, consiguiendo que participara con regularidad en The Morey Amsterdam Show. Después obtuvo un papel en el show de Broadway A Lady Says Yes, protagonizado por Carole Landis y Jack Albertson. Al año siguiente escribió su primera obra, Lovely Me, que se representó en Broadway con un total de 37 funciones.
A pesar de la dedicación de Mansfield a Susann, durante todo su matrimonio hubo rumores de que ella le era infiel. Una de las primeras relaciones de Susann fue con el actor, comediante y cantante Eddie Cantor. Cantor contrató a Susann para participar en la gira de Banjo Eyes. Cantor dejó a Susann cuando su esposa descubrió el affaire. En 1942 Susann conoció al comediante Joe E. Lewis, con el que inició otra relación. Esta aventura hizo que Susann le comunicara a Mansfield, el cual había sido llamado a filas, que su relación había acabado. Cuando Lewis supo que Susann y Mansfield se separaban y que Susann quería casarse con él, entró a formar parte de la United Service Organizations, siendo enviado a Nueva Guinea.
A finales de 1944 Mansfield y Susann se reconciliaron, y en 1946 tuvieron un hijo llamado Guy, al cual le diagnosticaron autismo a los tres años de edad.
Literatura y carrera televisiva
En 1951 Susann presentó un talk show para la cadena DuMont Television Network llamado Jacqueline Susann's Open Door, pero el programa duró menos de dos meses.
Susann siempre sintió una fuerte inquietud por la escritura, al grado que, desde niña hasta su muerte, llevó un diario, el cual le sirvió para adquirir la escritura como un hábito y, finalmente, para usar algunas de sus vivencias e ideas, y plasmarlas en sus novelas. Sin embargo, Jacqueline Susann nunca se había tomado muy en serio como escritora, pues a ella solo le importaba triunfar como actriz. Aunque, al ver que pasaban los años y ella no se convertia en una actriz importante, empezó a considerar la escritura como su camino a esa fama, que tanto la obsesionaba.
A principios de los años sesenta Susann intentó escribir una obra de periodismo de investigación acerca del mundo del espectáculo y las drogas ilegales que iba a titular The Pink Dolls. Sin embargo, cambió de opinión y escribió su primer libro, Every Night, Josephine!, el cual era un libro lígero, basado en sus experiencias con su perro caniche, Josephine. Esta obra se consideró una obra fuera de lo corriente para la época, por su tema lígero, pero tuvo el suficiente éxito para que pudiera publicar su segundo libro, la novela El valle de las muñecas.
Sobre esa época, a Susann le diagnosticaron un cáncer de mama. Fue sometida a una mastectomía el 27 de diciembre de 1962, pero mantuvo su enfermedad en secreto. A pesar de todo ello empezó a escribir su novela El valle de las muñecas.
Esta novela fue la más vendida en Estados Unidos durante muchas semanas. A este éxito le siguieron otros dos con las novelas The Love Machine, publicada en 1969, y Una vez no Basta, publicada en 1973, un año antes de su fallecimiento.
El valle de las muñecas
El valle de las muñecas: cuenta la historia de tres jóvenes amigas (Anne Welles, Neely y Jennifer) muy diferentes entre sí (a lo largo de veinte años, de 1945 a 1965 ), que solo tienen en común sus ansías de triunfo en la vida y su extraordinaria belleza; en medio de su paso por la vida y finalmente su triunfo económico, habrá personajes extravagantes, pastillas para dormir, hombres que no las comprenden, amores fallidos, fama, dinero y muchas traiciones que las llevarán a la soledad y la desilusión de la vida. Esta novela fue inicialmente rechazada por numerosas editoriales. Sin embargo, Susann persistió y, cuando se publicó el 10 de febrero de 1966, tuvo un éxito inmediato de ventas, aunque muchos críticos literarios la destrozaron. El tema y el uso del lenguaje se consideraban inapropiados para buena parte del público de la época, y mezclaba un estilo narrativo similar al de un serial televisivo con personajes audaces y no tradicionales. La historia era una novela en clave, con personajes supuestamente basados en celebridades de la vida real como Judy Garland y Ethel Merman.
El valle de las muñeca rompió récords de ventas (unos 30 millones de ejemplares). A pesar de la fama de la obra, muchos autores del momento, entre ellos Gore Vidal, negaban el talento de Susann como escritora. Parte del éxito de la novela se debía al incansable esfuerzo de Susann y Mansfield en promocionarla. La pareja viajó por todo el mundo promocionándola, especialmente por países de habla inglesa.
En 1967 el libro se adaptó en una película del mismo nombre, protagonizada por Patty Duke, Barbara Parkins y Sharon Tate. Susann hizo un cameo en el film como reportera en el escena del suicidio de Jennifer North. Sin embargo, la película tuvo malas críticas, y la misma Susann estaba descontenta con ella, en especial por el cambio que en la película hacen del final original del libro.
La máquina del amor
La máquina del amor nos cuenta la historia de un periodista aficionado a las mujeres, que descubre que su promiscuidad se debe a un trauma de la infancia. Este libro nos habla del mundo de la televisión norteamericana, desde un tono mucho más light que el melodramático tono empleado en "El Valle de las Muñecas".
Una vez no basta
Nos habla de January Wayne, la introvertida y virginal hija de un famoso y mujeriego productor de teatro y cine (Mike Wayne) y el mundo lleno de excesos, lujos e hipocresía que los rodea (la alta sociedad y el mundo del espectáculo). Luego de tres años alejada del mundo por un accidente que casi le cuesta la vida, January regresa a Nueva York, intentando independizarse, encajar entre jóvenes de su edad y buscar su propia identidad, sin imaginar el final que el destino le tiene preparado... Quizás este sea el libro más fuerte de Jacqueline Susann, debido a las explícitas descripciones que emplea en las escenas de sexo, pero también, quizás, puede resultar el más honesto y surrealista de todos. Una vez no Basta aunque fue destrozada por muchos críticos de cine en su momento, también fue adaptada al cine (en 1975) protagonizada por Kirk Douglas como Mike Wayne y Melina Mercouri como Karla, resulto un éxito rotundo en taquilla y la música fue compuesta por Henry Mancini.
martes, 8 de julio de 2014
¿Qué es lo vivido? Dolores Castro.
(Fragmento, Editorial UAEM/IMC, 1989)
IV
Es el mar
que regresa después de huir mil veces.
Son los días y su paso de langosta
que devora el silencio.
Es el mar y los días:
son las horas de paso redoblado
y las noches fugaces
con sus lunas que crecen y decrecen.
Es el sol cotidiano y sus fulgores;
el cielo de la noche,
donde asoman sus ojos centenarios
muchas estrellas frías.
Soy yo
con una caja resonante
donde guardo preguntas.
V
Es de tarde, la sombra se extiende:
los altos edificios, jaulas de oro,
se levantan al paso: el autobús
sortea un chirrido de frenos y el obstáculo.
Apenas veo. Vamos de pie, y cada uno a solas
en esa multitud.
El camionero hace malabarismos,
cobra el pasaje, pide: ¡Pasen al fondo!
¿Al fondo de qué?
de sus diez horas de trabajo,
mientras bajan y suben las hormigas.
Allá, en las jaulas de oro, los burócratas
del turno vespertino
van tras el humo de sus cigarrillos
fuera de las ventanas.
Ha pasado la hora del café, y del último chiste
subido de color.
Los pálidos del ocio
también miran
caer la tarde, mientras todos
nos preguntamos: ¿por qué y para qué?
VI
Era la ira su forma de ser muerte
y la vida con ella
loco juego de sangre:
el trato humano choque de sombras
estruendo de materias divididas
La muda ostentación de los instintos,
el acechar,
y el comprar y vender,
vender,
venderse,
acción de cada día.
Era la muerte su escudo y su lanza,
la sombra su color,
y la terrosa ilusión de ser hombres
su condición.
VII
La filiación de Dios
no se reconocía:
Ay como en ese tráfico de aceros,
inmisericordes
en el roce con sus semejantes
ensamblados
como ruedas dentadas de una máquina
enloquecida.
Las ruedas duermen sobre sus órbitas:
silban sin sueños mientras giran
los días y las noches dentro del tórax
sin alterar el ritmo de la sangre
sin despertar a uno solo
corazón amante.
Referencia:
http://www.excentricaonline.com/libros/escritores_more.php?id=6216_0_8_0_M
Mujer, poeta, madre, esposa, maestra y amiga, la sonrisa es su atuendo caracteristico, las palabras sus compañeras fieles.
DOLORES CASTRO
"...la pobreza no es mala, la miseria sí. La pobreza le enseña a
uno a valorar las cosas, a las personas. La dificultad también va haciendo
crecer a la gente y a los hijos".
SEMBLANZA
Nació en Aguascalientes en 1923. Poeta, madre, esposa, maestra y amiga, Lolita, como la llaman muchos de los que la quieren, transforma con su trato el ambiente. La sonrisa es su atuendo característico, las palabras son sus compañeras fieles.
Estudió la licenciatura en
derecho y la maestría en literatura española en la Universidad Nacional
Autónoma de México y estudios de Estilistica e Historia del Arte en la Universidad de Madrid, de Lingüística y Literatura en la Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Enseñanza Superior, y de Radio en el Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa.
Fue fundadora de Radio UNAM y colaboró en la dirección de Difusión Cultural de
la Universidad. Además, fue maestra fundadora de la ENEP Acatlán. Fue jefa de
redacción en la revista Poesía de América, donde conoció a Cintio Vitier, José
Lezama Lima, Fina García Marruz, Fernández Retamar y otros. También condujo el
programa Poetas de México en el Canal 11 con Alejandro Avilés. Ha sido durante
décadas maestra de muchas generaciones de poetas, a quienes nunca ha negado un
prólogo, la presentación de un libro, una orientación o la generosidad y apoyo
de su presencia en sus lecturas y diversas actividades culturales.
Formó también parte del grupo
Ocho Poetas Mexicanos. Se les llamó así por la antología que reunió su obra,
publicada por Alfonso Méndez Plancarte. El grupo estuvo integrado por Alejandro
Avilés, quien entrevistó a todos para El Universal , Roberto Cabral del Hoyo,
Javier Peñalosa, Honorato Ignacio Margaloni, Efrén Hernández, Octavio Novaro y
Rosario Castellanos.
SU OBRA.
Su primer libro publicado fue El corazón transfigurado (1949). En la colección de Los epígrafes
de Reyes Navares publicó Siete poemas (1952) y Dos nocturnos. Entre su obra más
reciente destacan Oleajes, IMC, El corazón y los confines, 2003; Dolores
Castro, Anthologie Poetique, Índigo, París, Francia, 2003; ¿Qué es lo vivido? Obra poética Dolores Castro, del lirio, BUAP/UAZ,
2003; Íntimos huéspedes, ICA, 2004.
La poesía de Dolores Castro usa
metáforas transparentes y casi coloquiales, que nos dan la impresión de hablar
con una mujer cuya expresión natural es la poesía. Dolor y amor se expresan
casi en abstracto en su obra. Sus temas recurrentes son el amor, el silencio,
el dolor, la soledad y el deseo de vuelo. Ella misma expresa que sólo busca “las
palabras necesarias, ni más ni menos, para hablar con amor a la verdad”
El esposo de Rosario Castellanos
le pidió para publicar La tierra está sonando (1959), “mi primer libro del cual
respondo, aunque le haría pequeñas correcciones”, dice. Es un conjunto de
poemas breves con un hilo conductor común “el enfrentamiento a una realidad
tangible y áspera. Son como pequeñas iluminaciones, vivencias de un sentido más
profundo que encontré de pronto para mi vida”, explica la propia autora.
Los poemas de Cantares de vela
(1960) “no quisieron ser poemas femeninos ni feministas, pero sí creo que
tienen el sello de la vida de una mujer. No quisieron ser poemas femeninos
porque escribir pretendiendo ser femenina es una coquetería inútil, porque una
mujer escribe como mujer.”
Soles (1977) tiene tres partes.
Una de ellas habla sobre vivencias inmediatas, y otra fue escrita tras los
acontecimientos de 1968, como una búsqueda de aproximación a la realidad
mexicana.
Además, es autora de los libros de
poemas y antologías Qué es lo vivido (1980) el cuál obtuvo el Premio Nacional
de Poesía Mazatlán 1980, Las palabras (1990), Poemas inéditos (1990), y No es
el amor el vuelo (1995).
También escribió el ensayo
Dimensión de la lengua y su función creativa, emotiva y esencial (1989) y es
autora de la novela La ciudad y el viento (1962). Esta obra la empezó a
escribir en 1954, tras su matrimonio con Javier Peñalosa, “Al final andaba
jugando carreras: quién nacía primero, si la novela o el hijo, ya estaba a
punto de dar el último grito y la última teclada.”
REFERENCIAS.
viernes, 4 de julio de 2014
El escritor no siempre tiene conciencia de todos los recursos que emplea en el acto de escribir. La experiencia ayuda, pero la intuición creativa también. Después, se tiene la sorpresa de lo que ve el crítico y de lo que presienten los lectores y, entonces, la obra vuelve a nacer.
Esther Díaz Llanillo
Nació en La Habana (Cuba) en 1934. Estudió filosofía y letras en la Universidad de la Habana donde se doctoró en 1959 con una tesis sobre la obra literaria de Jorge Luis Borges, y obtuvo el premio Barreras con un ensayo sobre el arte de novelar de Hernández Catá. En su obra se destacan distintos temas: El de Dios, de la justicia, la relación de Dios con el hombre, la soledad y la muerte. También predominan cuentos que tratan de problemas subjetivos, psicológicos, de tipo fantástico, de humor negro etc. Los ámbitos que recrea son el espacio real de la biblioteca, la casa, la cocina que es un lugar accidental, una sala de conferencias etc. Muchas veces en estos espacios irrumpe lo insólito en lo cotidiano y los personajes se ven asediados por fuerzas amenazantes que los controlan. Esther Díaz Llanillo nos muestra protagonistas que se hallan atrapados en una atmósfera de angustia y desesperación. En otras circunstancias sus protagonistas forman parte de sucesos extraordinarios que cambian su rutina diaria. En 1999 la autora cubana publica el libro Cuentos antes y después del sueño. El texto se divide en dos partes: "Cuentos antes del sueño" (nueve relatos), fueron creados en su juventud y se publicaron con el título El castigo (La Habana, Ediciones R, 1966). Además aparecieron en algunas antologías y revistas. Los cuentos incluidos en la segunda sección, "Cuentos después del sueño" (quince relatos), son cuentos hechos con mucha imaginación que conservan el suspenso y la sorpresa de los primeros. Estos cuentos se escribieron aproximadamente a partir de 1990 y también han aparecido en antologías dentro y fuera de Cuba. Para Esther Díaz Llanillo, el sueño representa un espacio temporal de unos 30 años en que no publicó; no obstante algo escribió para ella misma.
http://spanport.byu.edu/faculty/GarciaM/new/entrevistas/diaz_esther.html
jueves, 3 de julio de 2014
Sue Grafton
Sue Taylor Grafton (Louisville, Kentucky, 24 de abril de 1940) es una escritora estadounidense, autora de novelas detectivescas.
Fecha de nacimiento: 24 de abril de 1940 (edad 74), Louisville, Kentucky, Estados Unidos
Cónyuge: Steve Humphrey
Educación: Universidad de Louisville
Premios: Premio Edgar Grand Master
Padres: C. W. Grafton, Vivian Harnsberger
Su obra más conocida es la serie de novelas de misterio cronológicas. Se conocen como "las novelas del alfabeto". Las historias tienen lugar en la ciudad ficticia de Santa Teresa, que se basa en la primera ciudad de residencia de la autora, Santa Barbara, California (Grafton eligió el nombre de Santa Teresa como homenaje al autor Ross Macdonald, que anteriormente usó este nombre como alternativa a Santa Bárbara en sus propias novelas).
Todas las novelas de la serie están escritas desde la perspectiva de una investigadora privada llamada Kinsey Millhone. Su primer libro de la serie es "A" is for Alibi, escrita en 1982, año en el que tiene lugar. La serie continúa con "B" is for Burglar, "C" is for Corpse, y así sigue con el alfabeto. El tiempo de la serie es más lento que el real, así, "Q" is for Quarry, por ejemplo, tiene lugar en 1987, aunque se ha escrito en 2002. "S" is for Silence, se publicó en diciembre de 2005.
Hija del novelista C. W. Grafton, Grafton se graduó en la Universidad de Louisville, donde obtuvo su título en Literatura inglesa. Además de sus libros, ha escrito para la televisión y para el cine. Algunas de estas obras son en colaboración con su marido, Steven Humphrey.
En 2004, Grafton recibió el Premio Literario Ross Macdonald, dado a "una escritora californiana cuya obra supera el estándar de la excelencia literaria".
Primeras novelas[editar]
Keziah Dane (1967)
The Lolly Madonna War (1969)
El Alfabeto del Crimen. Serie de Kinsey Millhone
N.º Título original Título en español Año
1º A is for Alibi A de adulterio 1982
2º B is for Burglar B de bestias 1985
3º C is for Corpse C de cadáver 1986
4º D is for Deadbeat D de deuda 1987
5º E is for Evidence E de evidencia 1988
6º F is for Fugitive F de fugitivo 1989
7º G is for Gumshoe G de guardaespaldas 1990
8º H is for Homicide H de homicidio 1991
9º I is for Innocent I de inocente 1992
10º J is for Judgment J de juicio 1993
11º K is for Killer K de Kinsey 1994
12º L is for Lawless L de ley 1995
13º M is for Malice M de maldad 1996
14º N is for Noose N de nudo 1998
15º O is for Outlaw O de odio 1999
16º P is for Peril P de peligro 2001
17º Q is for Quarry Q de quién 2002
18º R is for Ricochet R de rebelde 2004
19º S is for Silence S de silencio 2005
20º T is for Trespass T de trampa 2007
21º U is for Undertow U de ultimátum 2009
22º V is for Vengeance V de venganza 2011
23º W is for Wasted 2013
También ha publicado[editar]
Kinsey y yo (Kinsey and Me, 1992 y reedición en 2013), colección de relatos sobre Kinsey Millhone y algunos sobre su juventud y la madre de la autora.
The Lying Game (2003), un historia corta sobre Kinsey Millhone publicada por el 40º aniversario del catálogo Lands.
lunes, 30 de junio de 2014
Edna Ferber
"Si la política estadounidense está demasiado sucio para las mujeres a participar en, hay algo malo en la política estadounidense".
(Kalamazoo, 1887 - Nueva York, 1968) Escritora y dramaturga estadounidense. Edna Ferber, independiente y enérgica figura de feminista "avant la lettre", es autora de novelas y obras teatrales de tono sentimental y romántico, que no siempre acogió la crítica de forma favorable, pero que sí apreció el gran público. Después de una breve experiencia periodística, de la que extrajo valiosos motivos de inspiración para sus historias sobre la pequeña y media burguesía estadounidense, debutó en 1908 con la publicación de una serie de relatos centrados en el personaje de Mrs. McChesney, una ambiciosa mujer de negocios, que le valió una gran popularidad.
Sus raíces profundas en el Medio Oeste, el amor por su gente y por su tierra, son algunos de los elementos inspiradores de su narrativa, caracterizada por un lúcido análisis de las tensiones sociales y dominada por un aliento épico. Los grandes espacios le fascinan: extensiones naturales interminables sirven de fondo a una saga de pioneros de Oklahoma en Cimarron (1930), a un retrato amargo y corrosivo de la sociedad texana en Gigante (Giant, 1950), mientras que el escenario de la novela Ice Palace (1958), estoico duelo entre el hombre y la naturaleza, está constituido por los hielos y las montañas inaccesibles de Alaska.
El perfil feminista de su producción, que se manifiesta en el deseo de afirmación y autonomía de los personajes femeninos que creó, refleja los ideales que compartió la propia Edna Ferber durante toda su vida: Selina Peake es una madre tenaz, que se sacrifica por su hijo en So Big (Premio Pulitzer 1924), mientras que Magnolia Hawks Ravenal, abandonada por su marido, se resarce convirtiéndose en una cantante de éxito en un barco de vapor en Show Boat (Show Boat, 1926), una incisiva panorámica de las injusticias y del racismo del Sur, que le dio la máxima notoriedad y a partir del cual se extrajo una famosa comedia musical.
Las heroínas de Dawn O'Hara (1911), Fanny Herself (1917) y La exótica (Saratoga Trunk, 1941) son mujeres fuertes cuya personalidad posee asimismo rasgos típicamente masculinos: espíritu de iniciativa, amor por la libertad y confianza en sus propias fuerzas, mientras que los hombres que las acompañan suelen ser figuras débiles y negativas.
A partir de sus obras se realizaron célebres versiones cinematográficas, pero el mundo del espectáculo también se sirvió de la contribución de Edna Ferber a través de la producción con George S. Kaufman, de varias obras, entre las que destacan The Royal Family (1928), Cena a las ocho (Dinner at Eight, 1932), Stage Door (1936), así como de dos obras extraídas de su autobiografía, A Peculiar Treasure (1939) y A Kind of Magic (1963).
lunes, 23 de junio de 2014
VIVIAN ABENSHUSAN
La narradora y ensayista Vivian Abenshushan nació en 1972 en la Ciudad de México. Estudió Letras Hispánicas en la UNAM. Ha colaborado en las revistas Letras libres, Paréntesis y Tierra Adentro. Ha sido becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA en dos ocasiones (1999 y 2001), en la categoría de ensayo, cuyo resultado fue el libro Una habitación desordenada, aún inédito, y en la categoría de cuento con el El clan de los insomnes, libro con el que obtuvo el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2002, por “su buen uso del lenguaje y conocimiento de finos recursos narrativos, unidad de estilo y malicia literaria, entre otros atributos”.
Ha impartido los talleres “Del ensayo y sus alrededores” y “Taller de literatura portátil”, un proyecto itinerante en el que combina la creación literaria con las artes visuales.
Interesada en las correspondencias estéticas y el intercambio creativo con otras disciplinas ha colaborado con dramaturgos, guionistas, artistas plásticos y músicos a lo largo de su trayectoria.
Varios de sus ensayos han sido publicados en antologías como Ensayos y divertimentos y Antología de letras y dramaturgia.
Si el trabajo es salud, ¡que trabajen los enfermos!”. Vivian Abenshushan, narradora y ensayista, goza de una salud envidiable: no trabaja.
Aunque edita libros independientes, colabora en revistas, escribe ensayo y cuento, imparte talleres de escritura experimental y tiene un hijo, Vivian es una ociosa.
No responde el teléfono desde un cubículo con luz artificial ni se lleva la computadora cuando sale de vacaciones (“para trabajar viendo el mar”). ¿Horas extra? ¿Guardia el domingo? ¿Despertador? ¿Agenda? ¿Una aplicación que le recuerde a quién debe llamar? ¿Existe eso?
Vivian considera la obsesión por la productividad una degeneración del empleo y una compulsión malsana y autodestructiva que engulle a las personas. El trabajo como la serpiente que se traga a sí misma. Una historia de pendientes sin fin. Una cuenta interminable que pagar.
A los 25 años dejó la academia y a los 32 el trabajo forzado. Tuvo una epifanía callejera (vagabunda, como la vida del desocupado) cuando vio, en Buenos Aires, un esténcil del Señor Burns que decía “Mate a su jefe: ¡Renuncie!” (un eco ilustrado del “No trabajen nunca” que escribió Guy Debord en un muro cerca del Sena medio siglo antes). Lo que Vivian descubrió (o recordó, porque en la infancia todos ignorábamos los calendarios) se lee como un manifiesto y una confesión que cimbra en las dinámicas laborales actuales.
Hay otro pulso posible en contra del que parece ser el dogma de nuestra era: “olvídese de sí mismo, trabaje”. “La productividad es esclavitud bajo la apariencia de una dicha pasajera”, dice Vivian. “El trabajo es un purgatorio inútil que en las últimas décadas ha adoptado un abominable esquema leonino: horarios del siglo 19, subsueldos, impuntualidad en pagos, ningún contrato ni prestación social…”. Pero hay otras relaciones de valor. Una cadencia menos vertiginosa. El tiempo de la respiración (“respirar”, “inspiración” y “espíritu” derivan del mismo verbo en latín: spirare. El tiempo para respirar es entonces hermano del tiempo para inspirarse, del tiempo para el espíritu). Vivian recuperó ese tiempo, el que sirve para abrir muchos paréntesis (como en estos párrafos), para platicar, comentar, preguntarse que haré hoy. Para mirarse. Para mirarse y preguntarse. Para mirarse a uno mismo mientras escribe y repite frases. Releerse. Detenerse. Extenderse (como en este párrafo). Y parar.
Su reciente libro, Escritos para desocupados, que también incomoda a la industria editorial (se puede descargar completamente gratis desde escritosdesocupados.com con la venia de Sur+ Ediciones), se lee como el testimonio de una workoholica rehabilitada; un programa de reinserción social para ex reclusos del empleo mal pagado, de la jornada de 12 horas diarias, del patrón inhumano… un libro para dar la bienvenida a los que han mandado al diablo su infierno laboral.
He aquí una muestra de lo que puedes encontrar en escritosdesocupados.com:
El lector insumiso
No hay vicios más difíciles de erradicar que aquellos que popularmente se consideran como virtudes. Entre ellos, el vicio de la lectura es el principal.
Edith Warthon
De pronto toda la expectación fue a caer sobre el último lector. Solamente porque era el último. De otra forma nadie le habría prestado la menor atención. Lo mismo le sucedió a San Ambrosio cuando un día cerró la boca para leer. En medio del murmullo habitual de las celdas, su silencio fue estentóreo. Algunos condiscípulos le lanzaron miradas de horror; entre ellos San Agustín, que escribió sobre el hecho en medio de su propio escándalo. Los ojos de San Ambrosio recorrían las páginas, “pero su voz y su lengua descansaban”, y aquella lengua inmóvil revestía una importancia enorme para la historia posterior de la humanidad. Se acababa de conquistar la privacidad del lector y con ella nacían también los furores de la posesión, la lectura en lo oscurito. Pero eso era sólo el principio, porque leer así, digamos, egoístamente, en la intimidad, para sí mismo —pero sobre todo, fuera de la audición de los demás, sin censor, sin horarios, sin guía— amplió de inmediato las posibilidades de evasión y placer del lector silencioso. Leer se había convertido en una fuerza absorta. Frente a sus ojos aparecieron las estanterías prohibidas y se multiplicaron ad infinitum las posibilidades de la biblioteca. Podía leer cualquier cosa, a cualquier hora, en cualquier lugar. Y pronto aprendería a construir su refugio incluso en las condiciones más hostiles: oculto entre la multitud de los cafés o encerrado en el baño (el monasterio secular de la lectura), leyendo de pie en la librería ambulante del metro o aislado en su habitación. Una libertad conquistada de aquel modo, sin límites espaciales y con enormes facultades de maniobra e introspección, terminó por abrirle un formidable apetito. Así, el lector insaciable se precipitó durante siglos tras los libros.
¡Qué nostalgia siente el último lector por su intimidad perdida ahora que todo el mundo —los maestros, los padres de familia, los secretarios de Estado— le piden cuentas y se preocupan por él! Bajo la mirilla de una época iletrada, el lector ha dejado de ser un sibarita de las tapas duras, para convertirse en un prócer de las buenas conciencias. Es el último de su especie y sobre sus espaldas recae la continuidad de la cultura, es decir, de la civilización. Cuánta responsabilidad para un muchacho que sólo quería saber, una tarde en la que no tenía ganas de hacer la tarea, si Gregorio Samsa había vuelto a ser él mismo. Tumbado en su cama, el muchacho cruza de un lado a otro las páginas, lenta, perezosamente, deteniéndose en cada palabra. Se rasca la cabeza, se pedorrea, se siente feliz; nada le gusta más que estar solo. Sin embargo, desde hace algunos minutos alguien llama con insistencia a la puerta. Se trata de un encuestador. ¿Y qué quiere? Hacer algunas preguntas para el “Estudio sobre los Comportamientos de la Compra de Libros” en relación con variables como la estacionalidad (sic), los géneros literarios y la escolaridad, cuyos resultados serán de vital importancia para implementar el “Plan Quinquenal de Fomento a la Lectura”. El encuestador promete no quitarle mucho tiempo, esa materia tan preciada para el lector. ¿Le gusta leer? ¿Cuánto tiempo dedica diariamente a la lectura? ¿Compra usted libros para disfrute personal? ¿Cuántas páginas lee por minuto? Califique del 1 al 10 el libro que está leyendo en este momento… He aquí cómo el tiempo de la intimidad ha quedado oficialmente condenado a desaparecer bajo la tiranía del saber cuantificable. Ahora el lector debe acumular títulos y aprender técnicas de lectura rápida y abultar su currículo con bibliografía, porque de él ya no sólo depende el futuro del libro sino también la estabilidad macroeconómica y los índices de lectura impuestos por los organismos internacionales —¡si lees menos de veinte libros al año, nos dará un infarto! Ya lo sabemos: la información, a diferencia de la literatura, es regulada diariamente por relojes mecánicos que promueven lectores mecánicos y escritores mecánicos entregados compulsivamente a la recreación inmediata y coyuntural —vacía— de la realidad que alimenta al sistema.
El reino del juego, de lo gratuito, ha sido suplantado por el imperio del cálculo. ¡No divagues, no imagines, no tiendas puentes entre una cosa y otra: la lectura es una obligación moral que la reflexión crítica destruye! Y sobre todo: ¡No pierdas el tiempo! Así, los pensamientos del último lector —y qué bueno que sea el último, pues de eso se trata, de extinguirlo por completo— son coaccionados a seguir el ritmo del statu quo, un territorio controlado donde los políticos y los empresarios no dejan de admirar públicamente las virtudes de los libros, pero han proscrito para siempre las horas de ocio para leerlos.
El hábito de la lectura es tan bueno como el ejercicio diario, la sobriedad, la costumbre de madrugar. ¡Y previene el Alzheimer! En efecto, el lector nunca había sido tan ejemplar como cuando comenzó a desaparecer. Su epitafio podría decir sin ironía: “Fui un lector adicto, hasta que el vicio de la lectura se me convirtió en virtud”. Y si no, pensemos un momento en este hecho: justo cuando el adolescente, desparramado en la cama, comenzaba a disfrutar su primera novela, lo han convertido en héroe nacional. Levántate y lee. Qué monserga. El lector ha sido finalmente alcanzado por el Plan Quinquenal de Fomento a la Lectura. Toda pereza indecente ha quedado desterrada; lo mismo que la voracidad. Y ya nunca podrá exclamar con orgullo aquella frase de Charles Lamb: “A mí no me importaría ser sorprendido solo en los serios corredores de una catedral leyendo Cándido…”.
No es extraño que una mañana el lector torturado perdiera para siempre el apetito. No le interesaba ya nada, ni siquiera Salinger. Su deserción escandalizó a los maestros, a los académicos, a los escritores, a los intelectuales y a George Steiner quienes culparon de inmediato a la televisión, al iPod, a la prisa, al fin de las humanidades, a internet. Y sobrevino entonces la era detestable de los predicadores del libro, cientos de escritores bienpensantes dedicados a pregonar en todos los medios de comunicación los beneficios que reporta tener la nariz metida en los libreros —esa calistenia del espíritu imprescindible para sostener la conversación más banal— o la forma en que nos hacemos mejores personas por obra y milagro de la letra. El escenario parecía impensable: cientos de editores y maestros agradeciendo a toda esa buena gente de la tele que presta su imagen para ganar lectores, aunque en el fondo no les guste leer. Porque, según el dictamen de las editoriales corporativas que promueven a sus autores como si fueran payasos de circo, hoy ya nada gana lectores más que la tele. Que vengan los conductores de la barra matutina a contarnos un resumen del Quijote. Que Carlos Cuauhtémoc Sánchez adoctrine a los jóvenes con su moral reaccionaria. Eso es mejor que nada, dicen los maestros de secundaria sin temor a hundirse entre sus falsas premisas, eso es mejor que buscar inútilmente las perlas en el estercolero.
Tantas manos enlazadas alrededor del fuego perdurable del libro están haciendo un gran trabajo, están a punto de sofocarlo para siempre.
Hay algo si no perverso, por lo menos sospechoso en ese ingreso estelar de la literatura (antes la loca de la casa) a la sociedad del espectáculo. Es el momento de su domesticación final, alcanzando así el ideal de sus detractores: convertirse ella misma en simulación, representar el papel de institución inofensiva y respetable, santificada y obligatoria, una literatura llena de lugares comunes y buenas intenciones que ha declinado para siempre al peligro. La conversión del escritor en marca de prestigio para noticieros y secciones culturales, no hace más que consentir el triunfo de eso que Vila-Matas ha llamado “los enemigos de lo literario” (“pienso poner bombas mentales en todas las casas de todos esos canallas que están destruyendo la literatura, de todos esos hombres de negocios que editan libros, todos esos directores de departamento, líderes del mercado, equilibristas del marketing, licenciados de economía”) y que en otra ocasión Kundera describió como “las termitas de la reducción”, es decir, la forma en que los medios han sumido la cultura en una mediocridad estándar. No es que el escritor deba blasfemar en cadena nacional (oh, glorias de la autocensura), es tan sólo que se ha convertido en un títere elocuente del mismo poder que a veces critica.
Tal vez por eso, el lector simplemente ya no desea leer más. Con su renuncia quiere decirnos algo. Ha gritado que no, llevando al extremo la actitud radical que ha perdido la literatura, y le ha cerrado la puerta —quizá para siempre— a ese objeto rectangular que otros veneran como si fuera una urna. En su negativa se expresa un repudio, una desconfianza implícita a las convenciones más hipócritas que en las últimas décadas se han construido alrededor del libro, quitándole la fuerza crítica que lo hace respirar. Es probable que durante su infancia, el lector insumiso pasara de los libros al álbum de estampillas y de ahí a algún juego que se prolongaba hasta el anochecer, sin que hubiera fronteras entre una cosa y otra. El libro pertenecía a la misma esfera intemporal del juego donde ningún reloj daba la hora; volvía a empezar en cada lectura, abría puertas hacia regiones cada vez más vastas. Quizá con el paso de los años se habría convertido en un lector ávido, incluso extremo, insaciable, para quien la lectura nunca terminaría, porque continuaría en el libro siguiente, en el que estaría por descubrir. Pero ha ocurrido todo lo contrario: se ha vuelto un adolescente receloso, un antilector, que no desea domar sus zonas salvajes, aquella parte de sí mismo donde ha continuado siendo niño o artista. En el colegio, esa zona ha sido condenada al rincón de los reportes de lectura, los exámenes de opción múltiple, las fichas biográficas, nada. Y en la radio, los periodistas y los autores no hacen más que respaldar (¿sin darse cuenta?) el sentido del deber que defienden los políticos con su retórica vacía. ¡Seamos un país de lectores! Indócil, el joven se preguntará, como lo hizo hace más de un siglo Edith Wharton: “¿Por qué todos deberíamos ser lectores? No se espera que todos seamos músicos, pero sí que debamos leer…”. Y proclamará la negación de la lectura y será el bárbaro que escupe todas las tardes sobre los bigotes de Flaubert, del mismo modo que Flaubert escupía sobre los bigotes de los filisteos de su época…
Además de una provocación, el lector que ha dejado de leer plantea una paradoja: si ha abandonado la lectura en la adolescencia —del mismo modo que Rimbaud dejó la poesía—, ha sido sólo para recuperar su fuerza liberadora. Tiene ansias de vivir y está construyendo su autonomía. Por eso sus frustraciones con el libro, un aparato de tortura que ya sólo le produce aflicción, hablan más de nuestro fracaso —de nuestras imposturas— que del suyo. Su insumisión señala una derrota: los libros ya no le ofrecen refugio frente a la hostilidad del mundo, porque se han convertido ellos mismos en productos y réplicas de esa hostilidad. Los libros han sido domados. Ningún discurso oficial disipará esa desilusión; todo lo contrario: legitimará su radicalidad. Y el lector insumiso buscará otros caminos, será un nómada de la red y sus zonas autónomas, aún no confiscadas; escuchará a Radiohead, pasará la tarde en el cine. Y al final del día, serán las palabras de Thom Yorke o Kurt Cobain las que habrán alterado su conciencia con una fuerza mucho más inquietante y turbadora que todos los libros placebo que nos invitan a leer en los medios. Entonces no es el lector quien está siendo amenazado por las horas que dedica a bajar música de su computadora; es todo el sistema literario en pleno (es decir, los usos y costumbres de una comunidad reunida alrededor del libro, una comunidad históricamente seducida por los cantos de sirena, hambrienta de poder) el que ha entrado en una fase de adiestramiento y pasividad, plegándose dócilmente a los mecanismos que la dictadura de lo consumible ha impuesto sobre todas las esferas de la vida. El mercadeo inescrupuloso de la literatura promueve una lectura filistea y mecánica, una lectura inofensiva y lábil, que se escuda bajo el argumento de que vender cualquier libro es mejor que no vender ninguno.
En el siglo xviii, Gaetano Volpi, un librero de Padua, vivía torturado por una idea fija: el Mundo existe como una conspiración contra el Libro. Esa convicción paranoica lo llevó a tomar medidas de seguridad extremas en su biblioteca, como desterrar a los niños y prohibir la entrada a los ladrones. Más que dar a leer los numerosos volúmenes que poseía, su ideal era vigilarlos lo mejor posible. En 1756, publicó sus famosas Advertencias, un prontuario de instrucciones para proteger al Libro contra los cuatro elementos. Aunque imaginó todas las amenazas posibles, desde las gotas del aliento hasta las inundaciones y los terremotos, nunca pensó que el verdadero enemigo estaba en casa y era él mismo. Un día Volpi tuvo un ataque de melancolía, durante el cual imaginó, aterrorizado, el incendio de su biblioteca. Algunas horas después, en medio de su pesadumbre, rozó un libro con una vela por distracción. Había caído en la trampa de sus terrores imaginarios y pocas horas más tarde murió entre las llamas de su biblioteca.
Algo semejante ocurre en estos días en los que proliferan las escenas de pánico ante el desinterés de los lectores, la debacle de las librerías y la crisis editorial. Como Gaetano Volpi vivimos dominados por el terror a la conspiración contra el Libro sin sospechar que el asesino está en casa y somos nosotros mismos. Es decir: hemos elegido proteger los libros evitando que se lean. Nacido del miedo ante su desaparición, el deber leer es una respuesta histérica que sólo produce una fobia legítima en los lectores. En un prontuario contemporáneo sobre los peligros que acechan al libro, deberían figurar en primer lugar los programas oficiales de enseñanza de la literatura, junto con los resúmenes del Quijote y las lecturas obligatorias (¡y en una semana!) de Madame Bovary. Toda esa penosa esclavitud de la letra le hace más daño al futuro del libro que cinco horas de telenovelas. Cosa curiosa: la esclavitud de la letra promueve el mismo tipo de lectura ciega que alienta el mercado: una lectura veloz, superflua, que aleja al lector de su propio pensamiento (“no podemos pensar —escribió Connolly— si no tenemos tiempo de leer”).
Los libros son una pasión electiva, no un imperativo. Del mismo modo que a nadie se le puede obligar a soñar o amar, la intimidad con el libro, dice Daniel Pennac, no es algo que se pueda decretar ni promover a través del yugo. Desde cierta perspectiva, los libros, ya lo sabemos, no sirven para nada. La lectura es un acto libre, fortuito, a veces difícil. Tiene que ver con los estados de ánimo y las cosmogonías individuales, con el tipo de mundo que cada lector quiere ir creando para sí mismo. Por eso no hay forma de perpetuarla más que asumiendo su carácter impráctico e indócil. En contra de la santurronería de la lectura que hoy impera en los medios, el lector insumiso ha hecho su elección, defiende una posición, libera una zona del espíritu. Sabe que se encuentra ante las puertas de un incendio.
martes, 17 de junio de 2014
Ella se presenta así: "Mi nombre es Celerina Patricia Sánchez Santiago y soy de la comunidad de Mesón de Guadalupe, municipio de San Juan Mixtepec, distrito de Juxtlahuaca. Tengo que decir todo este nombre tan largo, porque hay dos municipios que se llaman igual, pero el otro está más al sur". Aunque tiene 20 años viviendo en el Distrito Federal, siempre regresa a la comunidad, porque sus papás y hermanos viven allá y "ese lazo, esa relación no me permite ser totalmente de la ciudad", dice, cuando le comento que ella es urbana y reafirma: "ese es un lazo, para mí, muy fuerte y significativo".
CELERINA SANCHEZ
- Migró a la Ciudad de México para
- seguir estudiando, "pero ya cuando
- llegas a la ciudad pues no, no...Es
- que te enfrentas a un montón de
- cosas. Si bien es cierto que
- en la ciudad se encuentran más
- oportunidades,el trabajo es muy malo,
- aunque aún así encuentras trabajo...
- lo he comentado muchas veces: en la
- comunidad de qué vives
- -dice y se responde- sí, de la cosecha
- -y continúa- pero si quieres estudiar
- no te da la vida, entonces hay que migrar.
- Yo pensaba que en la ciudad podía seguir estudiando, pero no fue así. Hay muchas, pero muchas cosas, dentro de ellas la discriminación, el rechazo al ver tu forma de vestir, de hablar, todo se estigmatiza en la ciudad, entonces eso hizo que aunque quisiera seguir estudiando no pudiera lograrlo. O trabajaba o estudiaba, no había de otra. Seguí trabajando, y como siempre me gustó la poesía, por azares de la vida me empecé a juntar con una organización en la que se hacía teatro, poesía y era algo que me llenaba. Se llamaba Centro de Experimentación Teatral, pero ahora sí que no encontraba totalmente mi yo..." Viaja la memoria, cierra los ojos para que no se le escapen detalles, al fin ya son 20 años de viaje en el asfalto.
"Fueron pasando etapas de mi vida... conocí una organización que se dedicaba a trabajar la salud y hablaba del rescate de las tradiciones indígenas y eso me gustó mucho, creo que ahí fue donde de alguna manera me encontré, ya habían pasado años difíciles. Esa organización todavía existe, se llama Asociación Mexicana de Salud Popular. La vida te va jalando, encontré muchas cosas, gente que son de pueblos originarios y que viven aquí en el Distrito y vi que había mucha gente como yo y que estaban agrupados en diferentes organizaciones y empecé a participar con ellos.
"Una vez vi en el periódico que el gobierno del Distrito Federal convocaba a un taller de formación de traductores y dije: aquí tengo que estar yo. Y había mazatecos, triquis, wirráricas, 35 compañeros de diferentes comunidades y después de ese curso nace la Organización de Traductores en Lenguas Indígenas. Ahí trabajo por años hasta que surgen conflictos y renuncio. Decido estudiar, porque vi que podía crecer mucho más."
Para ese entonces Celerina ya había terminado la prepa. Hizo examen para ingresar a la UNAM y no lo pasó, entonces se presentó a la Escuela Nacional de Antropología e Historia y ahí empieza a estudiar lingüística, carrera que está terminando en este momento y que, en sus propias palabras, le ha servido "para trabajar con la palabra poética".
¿Te acuerdas de tu primer pensamiento poético?
"Me acuerdo que en mi pueblo impulsaban la poesía cuando estudié la primaria. Es que en Oaxaca se impulsa mucho la poesía, claro, no la poesía indígena... A la gente le da mucha risa, pero cuando tenía 15 años yo no sabía que era mixteca, yo sabía que era nivi ndavi, que significa gente pobre, y mi mamá me decía que nosotros veníamos de la gente de la lluvia. Entonces, cuando entré a la primaria, me hablaban de las grandes culturas, la griega, los fenicios y de paso los de Latinoamérica, los toltecas, olmecas, mixtecos, mexicas, las grandes culturas y qué fueron y dijeron e hicieron, pero jamás te identificas con esas culturas y ni por tu cerebro pasa que tú eres mixteca, y después me dije: a ver, espérate, ahí hay algo... y bueno, pues vas descubriendo que los otros te llaman mixteco y entonces dije: ¡ah! ¡Entonces por qué dicen que hace no sé cuántos miles de años se acabaron los mixtecos! Entonces me di cuenta que no era nivi ndavi, sino que era parte de esa gran cultura, aunque no sea de la misma manera por el tiempo que ha pasado, pero ¡yo soy mixteca! Y cambió el mundo para mí".
¿Cambió para bien?, tenía que preguntarle, e inmediatamente dijo:" para bien en un sentido, porque como que vas agarrando ese hilo y como que nada en el mundo ya te concuerda, nada de lo que te dicen, de lo que te han dicho concuerda y entonces nace la inquietud de saber quién eres, de buscar, pero también está lo otro, que te tienes que meter a un estado nacional, porque aunque la gente no lo crea, los indígenas no nos creemos ni mexicanos, de veras, nos creemos porque así nos han dicho: eres mexicano, mexicano, pero en realidad no te sientes parte de, porque el mismo Estado no te da nada para que seas parte, nada más si te quitas lo pobre, lo indígena, entonces sí eres mexicano, porque sabes español, eres civilizado, ¿en esos términos? Yo no quiero ser mexicana, cómo me dices como Estado eso si al final tú me rechazas. Cómo me quito mi origen, eso no se quita lavándose, entonces la patria, el himno, todo eso, se convierten en símbolos impuestos y además todo está en español, absolutamente todo.
"Pero bueno, estábamos hablando de la poesía en mi vida... Leíamos a Amado Nervo, Gabriela Mistral, Carmen Basurto, Sor Juana Inés de la Cruz, todos en español. Esa es la noción de poesía que nos daban. La gran pregunta de muchos es si existe una poesía indígena y yo digo ahora que sí, que claro que existe, pero como desde le escuela te van diciendo cómo es la poesía, entonces obviamente ves lo tuyo y pues no entra dentro del canon establecido. ¡Y ahora nos piden que escribamos poesía original de los pueblos indígenas! ¿Cómo chingados le hago, si toda la educación fue por otro lado?
"Nosotros estamos buscando esos propios estilos, propias formas... estás partida, estás involucrada en un mundo diferente y cómo le haces para decirte, ah, no, ahora eres así, eres parte de este mundo. Existe una poesía indígena porque hablamos las cuestiones de ofrenda, de pedimentos, de esa relación que hay con la naturaleza y que tampoco es facilito sacarla, porque aún no llegamos a acordar que hay que trabajar esos temas con determinados estilos, pero de todos modos esta es mi poesía, es la que no me han enseñado, la que es innata: si voy a pedir a la lluvia lo hago como nosotros lo hacemos, no como cuando vas a una iglesia, porque nosotros pensamos en seres sagrados. La poesía representa la relación con el sentido que da la vida, que es la naturaleza, pero no solamente es en el mundo indígena sino en diversas culturas, en esos elementos esenciales que es la vida misma, sin ellos no habría vida, dicen mis antepasados y las gentes que tienen esa relación directa con los seres naturales. Ahí radica la poesía, aunque después tenga que ser transformada para que sea leída como poesía.
"El ideal, el sueño es que un día se presenten trabajos sin ser transformados, ese es el reto, que pueda ser leída nuestra palabra tal como es".
http://www.redindigena.net/mundoindigena/n1/pag16.html
lunes, 16 de junio de 2014
MARIANNE MOORE
Marianne Moore nació en Kirkwood, Misuri en la casa parroquial de la iglesia presbiteriana de la que su abuelo materno, John Riddle Warner, era pastor. Era hija de un inventor e ingeniero, John Milton Moore, y su esposa, Mary Warner. Creció en la casa de su abuelo, pues su padre había sido enviado a un hospital psiquiátrico antes de su nacimiento. En 1905, Moore comenzó a atender al "Bryn Mawr College", en Pensilvania y se graduó cuatro años después. Dio clases en la Carlisle Indian Industrial School en Carlisle, Pensilvania, hasta 1915, año en que comenzó a escribir poesía de forma profesional.
Carrera poética
Moore fue reconocida por autores tan diversos como Wallace Stevens,William Carlos Williams, H.D., T. S. Eliot, o Ezra Pound quizá a raíz de sus viajes europeos antes de la Primera guerra mundial. Desde 1925 hasta 1929, Moore trabajó como editora del diario literario y cultural The Dial. Esto hizo que Moore tomara un papel similar al de Pound, descubriendo a nuevos poetas como Elizabeth Bishop, Allen Ginsberg, John Ashbery o James Merrill. Aparte de esta labor editorial, Moore retocó y editó sus propios trabajos anteriores.
En 1933 le fue otorgado un premio, el Helen Haire Levinson Prize, por la revista Poetry. Su colección de poemas, Collected Poems, de 1951, es quizá su obra más valorada y la que le hizo ganar el premio Pulitzer, el National Book Award, y el premio Bollingen. En los círculos literarios neoyorquinos Moore se convirtió en una celebridad menor, sirviendo en ocasiones como anfitriona a aquellos más prominentes. Moore atendía a combates de boxeo, partidos de baseball u otros eventos públicos vestida de una forma un tanto extravagante que acabó convirtiéndose en su sello personal: un sombrero tricornio y una capa negra. Moore era una entusiasta de los deportes y los deportístas, y admiraba especialmente a Muhammad Ali, con quien colaboró en su álbum recitado I Am the Greatest! escribiendo algunas líneas. Moore continuó publicando poemas en otros diarios, como The Nation, The New Republic y Partisan Review, así como publicando varias obras y colecciones de poesía y crítica literaria. También mantuvo correspondencia con W.H. Auden y Ezra Pound mientras este último estuvo encarcelado.
Obra selecta
- Poems, 1921. Publicado en Londres por H.D. sin el conocimiento de Moore.
- Observations, 1924.
- Selected Poems, 1935. Introducción de T. S. Eliot.
- The Pangolin and Other Verse, 1936.
- What Are Years, 1941.
- Nevertheless, 1944.
- A Face, 1949.
- Collected Poems, 1951.
- Fables of La Fontaine, 1954. Traducción.
- Predilections: Literary Essays, 1955.
- Idiosyncrasy and Technique, 1966.
- Like a Bulwark, 1956.
- O To Be a Dragon, 1959.
- Idiosyncrasy and Technique, 1959.
- The Marianne Moore Reader, 1961.
- The Absentee: A Comedy in Four Acts, 1962. Dramatización de la novela de Maria Edgeworth.
- Puss in Boots, The Sleeping Beauty and Cinderella, 1963. Adaptaciones de los cuentos de Perrault.
- Dress and Kindred Subjects, 1965.
- Poetry and Criticism, 1965.
- Tell Me, Tell Me: Granite, Steel and Other Topics, 1966.
- The Complete Poems, 1967.
- The Accented Syllable, 1969.
- Homage to Henry James, 1971. Ensayos de Moore, Edmund Wilson, etc.
- The Complete Poems, 1981.
- The Complete Prose, 1986.
- The Selected Letters of Marianne Moore, editado por Bonnie Costello, Celested Goodridge y Cristann Miller. Knopf, 1997.
LA POESÍA
A mí también me disgusta, hay cosas que son importa-
ntes, más que todo este violineo.
leyéndola, no obstante, Con perfecto desprecio por ella,
se descubre que hay en
ella, después de todo, lugar para lo genuino.
Manos que pueden agarrar, ojos
que pueden dilatarse, pelo que puede erizarse,
si debe; estas cosas son importantes, no porque una
altisonante interpretación pueda encajarse sobre ellas,
sino porque son
útiles; cuando se vuelven derivativas hasta volverse
ininteligibles,
la misma cosa puede decirse de todos nosotros que nos-
otros
no admiramos lo que
no podemos entender; el vampiro,
colgado cabeza abajo o en busca de algo que
comer; los elefantes , empujando, un caballo salvaje,
revolcándose; un incansable lobo, bajo
un árbol; el inconmovible críticio que sacude su
piel como un caballo al sentir una pulga; el base-
bal-fan, el estadístico;
ni es válido
hacer una discriminación contra "documentos comer-
ciales y textos escolares"; todos estos fenómenos son
importantes. Debe hacer una distinción,
sin embargoo; cuando son arrastrados a prominencia por
semipoetas, el resultado no es poesía,
ni hasta que los poetas entre nosotros puedan ser
"literalistas de
la imaginación", por encima de
insolencia y trivialidad, y puedan presentar
a inspección imaginarios jardines con verdaderos sapos
en ellos, tendremos-
la. Entretanto, si pedís, por una parte,
la materia prima de la poesía en
toda su crudeza
la que es, por otra parte,
genuna, entonces estáis interesados en la poesía.
TALISMAN
En un mástil quebrado
por el mar arrojado
junto a la nave rota,
un pastor tropezó
y en la arena encontró
una gaviota
de lapizlázuli, fino
amuleto marino
con alones abiertos,
crispadas garras de coral
y pico en alto para saludar
a los marineros muertos
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