La piedra niña
A Omar Ortiz
Minerales
de tierna
consistencia
maduran
en su centro
mientras aguarda
el tiempo de bruñirse
reflejar la luz
Por ahora
hace cientos
de años
ya
las campanadas
de la catedral
alborotan
cada mañana
el letargo
de sus ojos
Con el vocerío
de los andantes
forja carácter
el bullicio
la exalta
En plazas
jardines
y cafés
el cansancio
vespertino
le serena
el tono rosado
de la piel
Si golpea
el viento
una humedad
lastimosa
la recubre
Entonces
cierra puertas
entorna párpados
se yergue
guardiana
de la noche
También
hace plegarias
Hoy presencia
nuestro estar
callado
en la mesa
del portal
Tú y yo
detenidos
en esta felicidad
de ser
dos solos
sin espera
cuando vemos
la tarde caer
sobre los árboles
la calle
la ciudad
sobre ella
en oración
joven sacerdotisa
en el altar del mundo.
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